ORDESA
El Monte Ordesa, situado en el Pirineo Aragonés, es un espectáculo de grandiosidad natural. Parte del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, declarado Patrimonio de la Humanidad, este majestuoso macizo rocoso ofrece paisajes que quitan el aliento. Con altitudes que superan los 3,300 metros, sus picos, como el Monte Perdido, desafían a escaladores y excursionistas.
Las imponentes paredes de roca, los valles glaciares y las cascadas colosales, como la Cola de Caballo, componen este escenario de ensueño. El Monte Ordesa es un refugio para una rica diversidad de flora y fauna, creando un ambiente natural sublime que cautiva a quienes buscan explorar la belleza virgen de los Pirineos.
La escalada en Ordesa se desarrolla dentro del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, segundo Parque Nacional más antiguo de España.
Se trata de una escalada muy física, vertical y aérea, con extraplomos imposibles, fisuras delicadas y placas tensas… A todo esto hay que añadirle un ambiente de alta montaña inigualable en el que, en la mayoría de los casos, no hay abandono posible… hay que salir por arriba… Además la protección brilla por su ausencia, olvidémonos de los bonitos parabolts presentes en nuestros proyectos deportiveros… clavos vetustos y algún puente de roca aparecen de vez en cuando y encima demos gracias de que estén ahí…
Hay quien dice que la persona que escala bien en Ordesa escalará bien en cualquier parte… No podríamos estar más de acuerdo…
Después de darle muchas vueltas decidimos desarrollar las Vías Ravier y Brujas-Franco Española, ambas en el Tozal del Mallo.
Son dos vías imprescindibles para todo escalador que haga alguna incursión en este Paraíso Vertical. Son dos Vías con una enorme personalidad en las que, con cada pasito que das por la pared, quedas deslumbrado por el coraje y el valor de sus aperturistas. Es verdad que no son Vías de gran dificultad para lo que encierra Ordesa en sus murallones, pero su belleza y sobre todo su Historia con mayúscula hacen que merezcan un hueco en la memoria de todo escalador que las repita…


La Vía Ravier al Tozal del Mallo fue la primera gran escalada en Ordesa, en la Semana Santa de 1957. La sana y duradera rivalidad entre escaladores españoles y franceses por ser los primeros en surcar las verticalidades de Ordesa hizo que Jean Ravier, junto con cuatro compañeros de pared, se plantaran el 20 de Abril a los pies del Tozal del Mallo. Para ello tuvieron que “colarse” dentro del Parque a través de la Brecha de Rolando ya que carecían del visado que les podía permitir entrar en territorio español. En una primera jornada pasan la famosa chimenea, paso clave que aún hoy sigue trayendo de cabeza a más de una cordada, y ascienden hasta una cornisa donde deciden hacer noche. Al día siguiente superarán el sistema de chimeneas, diedros y grietas que los separaban de la cima, entrando así en la historia como los primeros en conquistar el Tozal del Mallo.
La Vía Franco – Española al Tozal del Mallo fue la segunda gran vía abierta en el Tozal y se trató de una bonita prueba de amistad y cooperación entre escaladores, lo que demuestra la grandeza de este deporte, que no entiende ni de fronteras ni de nacionalidades y que toda rivalidad se lleva desde la más absoluta humildad y reconocimiento del compañero. La primera incursión a la parte central de la pared la llevaron a cabo la fantástica cordada catalana Angladá/Guillamón junto con sus amigos franceses Patrice de Bellefon y Sylvain Sarthou en Mayo de 1960. Las tormentas impidieron que llevaran a cabo su proyecto y un mes después Guillamón y Angladá regresaron sin los franceses por la imposibilidad de cuadrar agendas con ellos. La parte inferior la hicieron siguiendo un itinerario de un intento de 1954 y por ahí alcanzan la parte central de la pared. Superan un extraplomo y llegan a la cumbre del Tozal del Mallo un día despúes de empezar, el 12 de Junio de 1960. Queda así abierta la Vía Directa o Vía de los Españoles. En Septiembre de ese mismo año los franceses Sylvain y Despiau entran a la izquierda de la Vía Ravier y empalman en la Plaza de Cataluña con la vía abierta meses antes por los escaladores catalanes. Quedará para la historia esta sobresaliente combinación llamada desde entonces Vía Franco – Española al Tozal del Mallo.
La Vía Brujas comenzó a fraguarse en 1962 por Alberto Rabadá y Pepe Díaz, responsable también de la filmación de la apertura. Tuvieron que abandonar ante los numerosos imprevistos que fueron apareciendo a medida que iban avanzando por la pared: Vuelos serios, atascos del petate, olvido del carrete de filmación, techos imposibles de superar… hasta el punto de culpar a las Brujas de estos acontecimientos, de ahí el nombre en el que quedó bautizada la Vía. El 27 de Junio de 1963 se unió Ernesto Navarro a la cordada y las Brujas aparecieron de nuevo: Se veló la película, a Navarro se le cayó una cornisa en la muñeca, un gran techo liso les rechazó teniendo que desviarse hacia la izquierda a la altura de la Plaza de Cataluña… Aun así completaron la apertura de la Vía Brujas pero acordaron regresar para llevar a cabo una salida más directa, pero ese verano el Eiger se llevó por delante a esta magnífica cordada maña. Rabadá tenía 29 años y Ernesto Navarro 28.
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